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El Autor

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Jorge Palma, nace en Montevideo, Uruguay, el 24 de Abril de 1961. Periodista cultural. Se ha desempeñado en diferentes medios de prensa oral y escrita. Ha coordinado y dirigido talleres de literatura y de creación (escritura narrativa y poesía). Su obra abarca los géneros de poesía y narrativa. Figura en varias antologías nacionales y extranjeras. Iconoclasta. Amante del Blues y del Jazz tradicional. Autodidacta. Vinculado desde  temprana edad a la creación, ha desarrollado trabajos en orfebrería, artesanía y restauración. Lector desordenado y ecléctico, empieza a ver buen cine mucho antes de toparse con la buena literatura. “Aprendí mucho más con Manuel Martinez Carril, que en toda la enseñanza formal. El 80% de lo que sé, se lo debo a Cinemateca Uruguaya; cuando leí por primera vez “La metamorfosis”, ya había visto casi todo Bergman, Buñuel, Alain Tanner, Tarkovskii, Zulawski, lo que es decir una idea del mundo, de lo plástico, de lo cromático, de lo sensorial, una especie de viaje iniciático a través de la imagen. Fue como una escuela libre, heterodoxa, fantástica”.

Todo ese aprendizaje cimentó un magma con el cual fui entendiendo que todo es posible en el terreno de la creación; luego, a medida que vivimos (con lo que eso supone de lapidación), uno se va dando cuenta que Kurosawa, Bergman, Herzog, y los hermanos Wachowsky, hablan de lo mismo, con estéticas, instrumentos y lenguajes diferentes, todos hablan de la condición humana, que a través de 20 mil años sigue siendo esencialmente la misma. ¿Acaso el hombre de Altamira, no tiene el mismo miedo ante la muerte, que Neo, el personaje principal de Matrix? Ambos sienten el mismo escalofrío inexplicable, aún estando separados por 20 siglos. Los dos tienen miedo de morir. Sólo cambió el escenario; aunque a decir verdad, el mundo de las cavernas y la realidad devastadora de Matrix, son idénticas. Con la diferencia que el hombre de las cavernas tenía todo por descubrir, y el de Matrix todo un mundo por hacer de nuevo”.

“En cuanto a lo que hago, literariamente hablando, siento que vivimos en un mundo imperfecto, caótico, tal vez por eso insisto en acomodarlo, en escribir para ordenar el caos, pero eso es pura teoría literaria, me aburre, y no tiene nada que ver con la creación, que es lo único que cuenta, para mí, claro”.

“Escribo a mano, siempre. La primera versión es siempre a mano, me gusta, me seduce. Me permite trabajar plásticamente las ideas, moldearlas en caliente, suprimir algo inadecuado a la velocidad de un rayo y seguir trabajando, dándole forma a algo que se impone, a lo cual es casi imposible no obedecer. Luego más frío lo paso a la computadora, donde es más fácil corregir”. “Tengo cinco máquinas de escribir. Me gusta el sonido de las teclas, peleando por imponerse, pedaleando. Me acompañan, alguna desde siempre: Lou Reming (con la que aprendí a escribir a los 8 o 9 años). Después vinieron Hermes, Olympia, Erika y la señora Smith”. “Tuve una máquina que “perdí” en un arrebato de desesperación, de acumulación inhumana de objetos provocado por la  muerte de seres queridos y mudanzas, hasta que fue a parar a un remate. Era una máquina grande, de metal, una Remington de oficina; parecía un tanque de guerra, pero yo le llamaba cariñosamente “Lady Madonna”. En esa máquina escribí algunos de los libros que con el tiempo se publicaron: El olvido, Entre el viento y la sombra y Paraísos artificiales”.
caricatura jorge palma
Lou Reming

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